viernes, 10 de abril de 2015

Venezuela, crisis revolucionaria y pugnas interimperialistas

Estados Unidos ha dado un paso que guarda una mayor significación que la asignada por algunos analistas y partidos políticos. Independientemente del provecho que le saca el chavismo, se trata de un asunto serio. A su vez, ciertamente su atención política es bastante compleja y controversial. Veamos.

El paso dado por el gobierno estadounidense se ajusta a los tiempos y se corresponde con asuntos cuyo desarrollo ha alcanzado tal escala que lo fuerzan a responder con el impulso propio de un imperialismo que ve perder espacios, áreas de influencia, fuentes de materias primas entre otros aspectos. En el mejor de los casos, se trata de espacios que se han convertido en áreas en disputa con otros imperialismos o bloques imperialistas. Sería tonto pensar que se trata de un desliz al estilo Bush o que es una decisión personal del Presidente que no se ajusta a los requerimientos de la política estadounidense ni de la venezolana. Aun cuando puede ubicarse en una perspectiva multipropósito, se trata de un asunto bien pensado y cuyo costo y eficacia política han sido calculados.

Es en esencia una respuesta a la tendencia a la nivelación operada desde el asiento nacional del imperialismo estadounidense que ve claramente perdida la competencia frente a China en varios tópicos: manufacturero, financiero y de mercados y fuentes de materia prima, producto, a su vez, del desarrollo desigual de las potencias imperialistas. China —joven imperialismo, en el sentido leninista— desplaza a los avejentados imperialismos estadounidense, europeo y japonés en esos y otros aspectos, por lo que puja de manera firme hasta la eventualidad del encuentro militar, aunque hasta ahora de manera parcial, estimulando conflictos bélicos entre países sojuzgados contra otros, o armando al país que requiera de sus servicios, e incluso a grupos creados por ellos mismos. Esto lo hace uno u otro imperialismo.

Los estadounidenses en alianza con los europeos mediante la guerra recuperan áreas en disputa, o penetradas parcialmente del punto de vista económico por imperialismos que integran bloques rivales, como Libia e Irak. Más recientemente buscando conquistar nuevos espacios, como en el caso del conflicto en Ucrania y la guerra en Siria. Por su parte, China y Rusia pasan a defender espacios propios o conquistados. No respondieron ante la invasión, bombardeo y genocidio perpetrado por el bloque imperialista liderado por EEUU contra Irak y Libia, seguramente por tratarse de países en los cuales la consolidación de sus capitales no había permitido aún mayores articulaciones políticas y económicas, o que negociaron el reparto, o ambas. Cuando algún imperialismo “defiende” a algún país víctima de agresiones de otro imperialismo, no está motivado por la defensa de los intereses de las áreas o de los países penetrados por sus capitales, sino de sus propios intereses imperialistas. El teatro de la guerra, por lo pronto, son las áreas en disputa. Preparan el terreno a un nuevo reparto del mundo.

La tendencia guerrerista no se realiza en torno únicamente de áreas ricas en materias primas o mercados que permitan la expansión del comercio para colocar sus productos. Es así como puede darse el caso de conflictos en torno de áreas cuya importancia económica es subalterna pero, con tal de reducir los espacios del rival, se crean conflictos cuya resolución puede apuntar a la confrontación bélica. O bien, la “ayuda” que prestan a sectores adversos desde la perspectiva ideológica, religiosa, entre otras, con tal de crearle conflictos a un imperialismo u otro. Esta es una tendencia dominante en el imperialismo.

Pero la conflictividad guerrerista no es el comportamiento exclusivo de los imperialismos en este proceso. La lucha por espacios, el desarrollo de la pugnacidad permanente en medio de la articulación de capitales y la realización de negocios, supone el uso de otras formas de confrontación que incluyen la amenaza, la respuesta eufemística mediante la diplomacia, la infiltración de movimientos subversivos que siembran la inestabilidad, entre otras. De todo ello ciertamente no escapa Venezuela atizados estos desarrollos por el Departamento de Estado de EEUU, como tampoco escapan de esas políticas espacios “propios” de los yanquis, pero atizados por imperialismos rivales.

Este proceso alcanza dimensiones significativas en el caso que nos ocupa, toda vez que la articulación de capitales chinos y estadounidenses ha alcanzado tal dimensión que resultaba complejo ubicar claramente su desarrollo. La articulación de capitales conduce a que se compartan intereses. Capitales estadounidenses interesados en el mayor beneficio. Lo chinos también sacan su tajada. Esto es, la explotación de los obreros chinos brinda una plusvalía que permite ganancias a los inversores vengan de donde vengan y van dejando una cuota que los chinos van invirtiendo en desarrollos propios. Aprovechan el asiento nacional donde se produce la acumulación de capitales que ha conducido a la formación de la clase obrera más numerosa del mundo; asimismo, la burguesía alcanza la misma escala en comparación con las del resto de naciones imperialistas. Solo que en estos nuevos tiempos, dado el desarrollo alcanzado por China, la consolidación del bloque Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es tal que sus decisiones económicas ya fuerzan a la asunción de decisiones políticas en terrenos que ponen en claro su ambición de convertirse en factor hegemónico del planeta, empujado principalmente por la supremacía mundial alcanzada por China en varios aspectos, principalmente en manufacturas, importación de materias primas y finanzas.

Para Venezuela este episodio puede convertirse en un hito de nuestra historia toda vez que nos coloca en el centro de las disputas interimperialistas sin haber alcanzado niveles de desarrollo en correspondencia con las riquezas con las que cuenta el país y los ingresos obtenidos mediante ganancias extraordinarias en el negocio petrolero.

China
China, en definitiva, pugna por convertirse en la potencia hegemónica. Lucha a muerte con Estados Unidos y otras potencias imperialistas por la hegemonía mundial. Su desarrollo desde el triunfo del revisionismo y la restauración capitalista le permite jugar ese papel. Contando con las ventajas que le brinda a la oligarquía financiera internacional, logró adelantar el proceso de acumulación de capitales más grande de la historia. Su alianza con Estados Unidos le permitió atraer capitales de las grandes empresas estadounidenses y, luego, japonesas y europeas, hasta lograr tal nivel de centralización que los fuerza a la consolidación de su asiento nacional. La concentración y centralización de capitales es de tal magnitud que “El número de multimillonarios chinos, aquellos que poseen un mínimo de 500 millones de yuanes (unos US$81 millones), ha alcanzado un récord, al superar los 17.000, según un estudio publicado hoy por la prensa oficial del país asiático”. http://www.eldiariodecarlospaz.com/mundo/2015/4/7/china-llego-millonarios-rompio-propio-record-10981.html. Bajo ese estímulo, China haya alcanzado espacios de significación planetaria y, en América Latina, Venezuela ha sido pieza clave de la penetración de los capitales del gran gigante asiático, cual punta de lanza o cabeza de playa.

Aparte de que la deuda estadounidense en manos chinas supera los 1,2 billones de dólares y otro tanto se encuentran en manos de Japón ─que a su vez cuenta con grandes capitales articulados a China─, al depender los asiáticos del mercado de EEUU para realizar sus mercancías, se ven impelidos a sostener esos elevados niveles de tenencia de papeles de deuda pública yanqui para que conserven la capacidad de consumo de los bienes asiáticos. Circunstancia que busca ser superada por parte de China mediante la expansión de sus mercados exteriores. Cuestión que se hace más urgente cuando EEUU sufre procesos recesivos, lo que ha llevado a China a ampliar su mercado interno ─lo cual propicia una mayor caída de su cuota media de la ganancia─ y sus mercados exteriores. Cae la cuota media de la ganancia ya que la ventaja que suponen bajos salarios se ve mermada por la elevación del poder adquisitivo de los chinos para que consuman mercancías nacionales. Ello es lo que explica, por ejemplo y no únicamente, que China haya superado a Estados Unidos a escala planetaria en su PIB a paridad de poder adquisitivo (PPA). De allí que: “El Fondo Monetario Internacional ya ha declarado a China como la mayor economía del mundo: representa el 16,479% del PIB mundial medido en Paridad de Poder Adquisitivo, frente al 16,277% que supone EEUU”
(http://actualidad.rt.com/economia/view/147462-aspectos-economia-mundial-china-superar-eeuu).

Asimismo, el avance chino en materia manufacturera también la impulsa a expandir sus mercados, tanto por aquello de que el desarrollo y crecimiento capitalista está sujeto a la dimensión del mercado, como por ser mecanismo fundamental para frenar la caída de la cuota media de la ganancia. Es así como China es la potencia imperialista más interesada en el librecambio a escala planetaria. Siendo la nación capitalista más competitiva del planeta, buscan los chinos que todas las economías se abran a sus mercaderías y a sus capitales. En eso Venezuela ha sido un socio consecuente que ha derruido buena parte de su aparato productivo para recibir las bondades del producto chino a cambio de brindarle materias primas de carácter estratégico.

Consecuente con lo anterior, buscan los chinos hacerse de mercados, fuentes de materias primas y receptores de sus inversiones directas e indirectas. Los capitales chinos, al ser más competitivos, dan ventajas y facilidades para penetrar economías y mercados. Productos más baratos y créditos con plazos más flexibles que los que impone la competencia, exigencias menos rigurosas que los que exige el FMI, entre otras “bondades”, le permiten conquistar mercados en todo el planeta.

A tal escala se ha producido el desarrollo chino que hoy día pugna por convertir al yuan en moneda de cambio internacional y de reserva. Por lo que esta tendencia lleva a que: “China tiene listo su sistema internacional de pagos, conocido como CIPS, para transacciones transfronterizas en yuanes. Será una realidad en septiembre u octubre de 2015”, informa Reuters (http://actualidad.rt.com/actualidad/168600-yuan-amenaza-dolar-china-lanzar-analogo-swift). Esta ya es una realidad en buena parte de Asia, en la relación con Rusia e India, entre otras. Venezuela parece trabajar en esta dirección.

Visto el desarrollo chino, cabe recordar las palabras premonitorias que al respecto nos dejara el dirigente albanés Enver Hoxha:

En estas condiciones, para llegar a superpotencia, China tendrá que pasar por dos fases principales: la primera, solicitar créditos e inversiones del imperialismo norteamericano y de los otros países capitalistas desarrollados, adquirir tecnología moderna para explotar las riquezas de su país, la mayor parte de las cuales pasará a título de dividendos a los acreedores. La segunda, invertir la plusvalía obtenida a expensas del pueblo chino en Estados de diversos continentes, como hacen en la actualidad los imperialistas norteamericanos y los socialimperialistas soviéticos.
Los esfuerzos de China por convertirse en superpotencia consisten, en primer lugar, en escoger los aliados y crear las alianzas. Hoy en el mundo existen dos superpotencias, el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético. Los dirigentes chinos han pensado que deben apoyarse en el imperialismo norteamericano, del cual tienen grandes esperanzas de obtener ayudas en el terreno económico, financiero, tecnológico, organizativo y también en el aspecto militar. El potencial económico-militar de los Estados Unidos de América es, efectivamente, superior al del socialimperialismo soviético. Los revisionistas chinos lo saben bien, aunque digan que América está en decadencia. En su camino, no pueden apoyarse en un socio débil, del cual no pueden sacar gran provecho. Precisamente porque los Estados Unidos de América son poderosos, los han escogido como aliado” (Enver Hoxha, El imperialismo y la revolución).

Por su parte, la pérdida de hegemonía de Estados Unidos no supone que se encuentre en minusvalía. Conservan, en primer lugar, la supremacía en la producción de bienes bélicos. Ocupa el primer lugar como consumidor y productor de armamentos, acaparando con ello 34% del mercado mundial. Es de reconocerse que sus más cercanos competidores son Rusia y China. El ritmo de crecimiento de China es muy superior al que refleja el de EEUU. De otra parte conservan el control de buena parte de los movimientos financieros a escala mundial. El dólar sigue siendo la principal moneda de cambio y de reservas. “El economista y exempleado del Banco Mundial Peter Koenig, en un artículo publicado por Global Research, recuerda que actualmente seis bancos estadounidenses gestionan las dos terceras partes de todos los activos bancarios del mundo” (http://actualidad.rt.com/economia/view/148162-banco-brics-primer-paso-desdolarizacion-economia).

A su vez, Estados Unidos y la Unión Europea, desde 2013, vienen negociando la configuración de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), que pretende una integración librecambista que busca consolidar un bloque capaz de enfrentar al Brics. Desde la perspectiva europea, se busca romper el principio del “Buy American”, “compre americano”, que obliga a distintas entidades a comprar productos “Made in USA”, esto es, protegidos por el Estado. Desde la perspectiva estadounidense, buscar en el mercado europeo nueva capacidad de demanda de sus productos, vista la caída que se produce en su mercado interior dadas las políticas que buscan empobrecer al trabajador. Solo que en la Unión Europea las cosas no son distintas, sobre todo en Grecia, Italia y España. Por lo que estas negociaciones parecen un poco complicadas, de allí que la asociación no alcanzará metas concretas en el corto y mediano plazo. Mientras, en Brics da pasos agigantados estableciendo acuerdos estratégicos en Latinoamérica, Asia y África. Lo que fuerza a Estados Unidos a defender espacios, sin contar con la capacidad financiera ni de producción de otros tiempos, como no sea en la industria bélica. Se trata entonces de procesos en desarrollo que aceleran la competencia y la rivalidad por mercados y fuentes de materia prima.

Todo lo cual nos permite concluir en que se vienen acelerando los preparativos para un nuevo reparto de un mundo ya repartido. Entretanto, se presentan apenas conflictos que expresan las perspectivas hacia este dantesco escenario, fruto de las leyes de desarrollo del capitalismo en condiciones de monopolio.

En definitiva, las contradicciones interimperialistas transitan de manera más acelerada hacia la confrontación. Todo nos hace pensar que nos aproximamos a un salto cualitativo, dado el desarrollo del imperialismo chino y sus más cercanos aliados inscritos en primera instancia en el Brics, al cual Argentina pronto se unirá, vistos varios indicadores y actitudes. Se trata del principal bloque imperialista que supera en producción, mercado y capacidad financiera al imperialismo estadounidense, el cual se aferra a la industria bélica, a la especulación y a la preservación de su capacidad de demanda interna.

Cobra plena vigencia la afirmación de Stalin según la cual ley económica fundamental del capitalismo actual es:

... asegurar el máximo de beneficios capitalistas explotando, arruinando, empobreciendo a la mayor parte de la población de un país dado, esclavizando y despojando de manera sistemática a los pueblos de otros países, sobre todo de los países atrasados, por ultimo desencadenando guerras y militarizando la economía nacional, con vistas a asegurar el máximo de ganancias.

Las teorías propagandas durante décadas acerca de la morigeración del sentido nacional, de las fronteras, la teoría de “El Imperio”, entre otras, lucen tontas de cara a las tendencias en desarrollo. Cobran vigencia sí, de manera palmaria, las tesis leninistas acerca del imperialismo. Es más, solo a partir de ellas es como podemos analizar y comprender la circunstancia actual. No se trata de un acto de fe. Por el contrario, la corroboración empírica, como último criterio de verdad, es lo que a fin de cuentas le brinda plena vigencia al planteamiento leninista.

La perversa relación China-Venezuela
Refiriéndonos al mentado decreto de Obama, hay que decir que tendrá repercusiones durante un tiempo cuantioso ya que representa una “jugada” estratégica de Estados Unidos, que atiende también cuestiones colaterales del asunto: consolidar la penetración de capitales con asiento estadounidense —expresada en la ofensiva de la Exxon en aguas territoriales en querella entre Venezuela y Guyana—, atender la propia situación interna de Obama, como es la pérdida de aceptación de su gestión en la ciudadanía y la respuesta a los republicanos, que buscan ofensivas menos eufemísticas en las disputas interimperialistas, de momento, como la que se da en torno de Venezuela y en general de América Latina. De allí una necesaria respuesta desde la perspectiva marxista-leninista.

Para ubicar en su esencia la relación China-Venezuela y el decreto Obama, comenzamos por afirmar que sin comprender el significado del revisionismo moderno en sus distintas manifestaciones o expresiones no es posible atender el problema de manera rigurosamente científica. Hemos insistido en este largo período en que el chavismo ha orientado los destinos de Venezuela desde una perspectiva antinacional y antipopular. Que se trata de un régimen despótico que se sustenta en una expresión del revisionismo. De raíces más en correspondencia con el revisionismo de izquierda, por su sustento irracional y mitológico. Ubiquemos que la estructura económica venezolana se ha configurado en buena medida ha estado determinada por la producción petrolera, recurso propiedad del estado venezolano. Base objetiva para que el despotismo sea una tendencia dominante en la superestructura política. En este sentido, el revisionismo, como superestructura burguesa, debe crear una forma de falsa conciencia en torno del socialismo, para lo cual la fraseología es un aspecto de primer orden. Ello es lo que permite crear la percepción que estamos frente a una forma de realización del socialismo. A su vez, estimulando el resentimiento en su sentido primitivo y de revancha, recrea tesis revisionista en todos los aspectos, junto a una mitología que rescata figuras de la historia venezolana y del proceso revolucionario nacional y latinoamericano. Junto a esto se propaga una cultura identificada con el lumpen, su base social más importante que le permitió, en buena etapa de su historia un importante grado de legitimidad.

Se trata de un régimen político que ha cumplido con tareas fundamentales en el orden económico y jurídico que favorecen a la oligarquía financiera internacional y sus expresiones nativas. Que ha profundizado el papel de Venezuela en la división internacional del trabajo, afianzando la dependencia y el freno al desarrollo de las fuerzas productivas. Asimismo, logra el chavismo darle grado constitucional a demandas del capital contenidas en los Acuerdos Multilaterales de inversión como el trato igual a los capitales internacionales.

En esta última etapa bajo la teo­ría de propiciar un mundo multipolar, de enfrentar a “El Imperio” —teoría revisionista en este período de la modernidad—, ha propiciado una política económica de entrega de nuestras riquezas a China a cambio de préstamos que permiten en buena medida adquirir productos provenientes del acreedor, muchos de los cuales han venido a sustituir la producción nativa. Una política que nada tiene que ver con la defensa de la soberanía. Por el contrario, bajo la tesis de que la soberanía se conquista con el desarrollo de las fuerzas productivas de manera autónoma, podemos decir que Venezuela, al hacerse todo lo contrario, ha lesionado seriamente su soberanía al entregarse a la voracidad del imperialismo chino y de manera más general del bloque Brics. Buena parte de las importaciones de textiles, calzados, carnes, entre otros, proviene de Brasil. El parque militar ha sido nutrido con bienes provenientes de Rusia. Una de las cuestiones más lesivas de la soberanía nacional lo constituye sin dudas el acuerdo número 12 firmado con la empresa china “…Citic para la certificación, exploración y protección geológica de reservas minerales en Venezuela, para la elaboración del mapa minero del país” en febrero de 2012 entre el presidente Chávez por Venezuela y la República China, que les permitirá a los asiáticos conocer de nuestras riquezas antes que los propios venezolanos. La deuda contraída con China supera 60 mil millones de dólares. El parque automotor tiende cada vez más a ser nutrido por vehículos chinos. La entrega de la importante beta aurífera “Las Cristinas”, entre las más importantes del mundo, es otra muestra de esa relación. Esta entrega, eso sí, le ha permitido al gobierno obtener recursos para mantenerse en el poder.

China penetra en Venezuela, además de afincarse en las leyes del desarrollo capitalista, por la oportunidad que le brinda Estados Unidos, dada su debilidad para penetrar de manera más competitiva en la economía venezolana. La capacidad de exportación de China es muy superior a la de los gringos. El endeudamiento estadounidense con China los lleva a hacer concesiones significativas en la materia.

El régimen chavista ha convertido al país en cabeza de playa de la ofensiva china y ya se prepara para nuevos convenimientos que pudiesen servir de base para toda América Latina en la estrategia de convertir al yuan en moneda de cambio y patrón de reservas.

Sin embargo, fruto de que el mundo imperialista se desarrolla con base en acuerdos y negociaciones y rivalidades hasta llegar a la confrontación bélica, el régimen chavista se hace la vista gorda frente a los negocios que adelanta Guyana con Exxon para la explotación petrolera en aguas territoriales en disputa. La coincidencia del decreto Obama con el inicio de estas actividades, hacen suponer que, siendo uno de sus propósitos brindarle un espaldarazo a esta clara penetración de capitales estadounidenses, indique una negociación EEUU con China y Guyana que deriva en el pronunciamiento de la Comunidad del Caribe (Caricom), en favor de Guyana en el impasse presentado. De ser así, sería una clara demostración acerca de que el imperialismo se mueve con base en una perversa dialéctica en la cual los afectados son los pueblos del mundo y los países débiles y semicoloniales.

Todas estas consideraciones sirven para poner en evidencia que se trata de la realización de la competencia interimperialista en torno de un área de influencia en disputa. Un imperialismo avejentado como el estadounidense que ve perder una zona importante, que forma parte de su “patio trasero”, que ha sido consecuente con la consigna Monroe de “América para los americanos”, y que ahora busca el cobijo de otro imperialismo.



La respuesta revolucionaria y la respuesta revisionista
El decreto de Obama, como era de esperarse, ha concitado la reacción de rigor en el mundo entero. Más dentro de la política venezolana. En América Latina, como era de esperarse, gobiernos y variados factores políticos han brindado el apoyo incondicional al gobierno y pueblo venezolanos. En el escenario venezolano, la respuesta de sectores opositores —por su naturaleza de clase o por la poca profundidad en el análisis de la circunstancia, siempre superficial— en unos casos hace el juego al gobierno y en otros afirma torpemente cuestiones que los colocan al lado del imperialismo estadounidense.

Por su parte, el gobierno de Maduro busca sacarle el mayor provecho político recreando un discurso “antiimperialista”, desde la perspectiva del revisionismo claro está, que le permite nuclear fuerzas, en especial entre lo que podemos denominar el núcleo más comprometido con el gobierno, independientemente del descontento producto de la tragedia venezolana.

Además, su repercusión es mayor ya que esta circunstancia se produce en medio de la crisis más profunda que haya vivido la sociedad venezolana desde que comenzara la explotación de la riqueza petrolera hace más de un siglo. Se trata de una crisis general, de esas que pueden hacer época. Que puede desembocar en un verdadero cambio revolucionario. De superación de las relaciones de producción y de cambio imperantes y de una nueva inserción de Venezuela en el sector externo basado en la autonomía e independencia nacional y no dependiente o alineado, a favor de un imperialismo u otro. La tesis leninista indica claramente que de lo que se trata es de aprovechar las contradicciones interimperialistas. No favorecer un imperialismo para enfrentar a otro.

La tesis del régimen, propagada inicialmente por el propio Chávez, del mundo multipolar como alternativa frente al mundo unipolar, así como la tesis de “El Imperio”, esto es, la tesis de un mundo dominado por varios imperios, en vez de estar dominado por uno solo, resulta cuando menos una inconsecuencia y un engaño para los pueblos y países semicoloniales y dependientes y para los propios de las naciones imperialistas. En vez de luchar por la independencia, la autonomía, la soberanía nacional y el desarrollo, condicionan la economía a los intereses del imperialismo bajo el cual se “cobija” un país determinado para enfrentar a otro. Vaya salida “nacional”. Es condenar a un país a la dialéctica imperialista de acuerdos y negociaciones, de pugna y rivalidad por la hegemonía. Parecen creer los chavistas en la idea de que hay imperialismos buenos y malos. China y Rusia serían imperialismos (“imperios” en la jerga revisionista) buenos.

Por ello, resulta una frivolidad con el marxismo-leninismo —por parte de aquellas organizaciones que como tales se asumen— brindar solidaridad automática al gobierno chavista sin ubicar las determinaciones de la circunstancia. Distinto es ofrecer en su oportunidad solidaridad con los pueblos víctimas de políticas que, además de conducir a la tremenda crisis que vive Venezuela, buscan vender un país al mejor postor, a un imperialismo rival, a un bloque imperialista que pugna por la hegemonía planetaria, que también frena nuestro desarrollo y comprometen el futuro y soberanía con tal de salvar el pellejo, o las riquezas mal habidas.

También resulta una tremenda superficialidad que estas organizaciones se sigan guiando por la propaganda chavista que condena a todo quien ose enfrentarlos de ser de “derechas”. Mientras que todo quien los apoya es de izquierda o progresista. Desde la perspectiva marxista-leninista, esto de izquierda y derechas siempre ha resultado una cuestión concreta. Más en estos tiempos en los cuales cabe muy bien lo señalado por José Saramago: “Antes nos gustaba decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda”. No toda, decimos nosotros. Aquella que hurga en la esencia de los fenómenos es otra cosa. Que ubica en la evidencia empírica el criterio de verdad, que no se deja llevar por la frase sino que va a los resultados, esa es otra izquierda, la reivindica.

Pero también resulta prematuro aquello de manifestar disposición a defender la patria ante la eventual invasión yanqui. En cualquier caso los revolucionarios siempre estaremos prestos a brindar nuestros mayores esfuerzos y sacrificios para defender el país, su tierra y riquezas y, sobre todo, nuestro pueblo. Pero, antes que nada, de lo que se trata es de convertir este episodio en un elemento más para desenmascarar al régimen y su naturaleza. En medio de la crisis revolucionaria que vive la sociedad venezolana, debemos convertir este incidente en un factor más para adelantar tareas para superar positivamente este estado de cosas hacia el cambio revolucionario. Entregar a Venezuela a la rapiña interimperialista es tan criminal como seguir siendo dependientes y sojuzgados por un imperialismo u otro. La lógica del capitalismo es el despotismo del capitalista sobre el obrero para que produzca la plusvalía con su fuerza de trabajo, sea en la nación que sea y de donde sea el obrero. La lógica imperialista le suma el sojuzgamiento de los pueblos y de la explotación y saqueo de las naciones débiles, semicoloniales y dependientes por parte de cualquier imperialismo, sea cual sea.

Así como durante la primera gran guerra los bolcheviques asumieron la consigna de Lenin de “convertir la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria”, hoy los revolucionarios venezolanos nos aprestamos a convertir este conflicto con Estados Unidos —que se convierte en un nuevo factor que profundiza la crisis general— en evento que permita educar a las masas y propiciar el programa de reconstrucción nacional, el programa para una nueva democracia participativa cuyo sustento sean las asambleas populares.

El revisionismo a escala planetaria —que ya ve a Rusia como una alternativa progresista y favorable al desarrollo de los pueblos— y algunos sectores que se asumen marxista-leninistas se apresuran a condenar el decreto de Obama que —viniendo del imperialismo yanqui debe ser condenado—, extendiendo sus proclamas en un apoyo incondicional al gobierno de Maduro. Parecen olvidar estos marxista-leninistas la célebre consigna de Lenin de “todos contra Kornilov sin apoyar a Kerenski”.

Estas respuestas contribuyen, una vez más, a convertir a buena parte del movimiento revolucionario, de la llamada izquierda, incluso a sectores que se asumen como marxista-leninistas, y los apoyos que propician en los pueblos en reserva estratégica de una farsa revisionista que mucho ha costado a los venezolanos, produciendo un flaco servicio a nuestro proceso de cambio revolucionario. Son sectores que se dejan “engañar” por la fraseología socialista y el altisonante discurso “antiimperialista” del chavismo. Pues, en vez de convertirse en reservas estratégicas del proceso de cambio en Venezuela, se convierten en fuerzas al servicio del revisionismo en su expresión chavista. Quienes se obnubilan con la fraseología chavista no merecen ser llamados marxista-leninistas. Dejarse caer en el encanto chavista y sus poderosos medios de comunicación es de una inconciencia tal que refleja que no se ha comprendido para nada el significado del combate al revisionismo en cualquiera de sus expresiones. Parecen olvidar quienes así vienen actuando frente al chavismo que la verdad encuentra en la realidad su corroboración. La crisis venezolana en todos los aspectos de la reproducción social debe ser la guía para valorar al régimen y la circunstancia actual. Pero las evidencias parecen no rendir el efecto propio de la racionalidad marxista. Desconocer las leyes del desarrollo capitalista y dejarse guiar por la fraseología revolucionaria refleja no tanto inmadurez teórica y política sino la asunción del subjetivismo, el pragmatismo y el camino revisionista.

Dejarse llevar por la fraseología revolucionaria parece una tendencia dominante en estos tiempos en que sigue el efecto de la regresión producida por el derrumbe del revisionismo en el poder a partir de 1989 ─heredera de la que se produce a partir de 1954, y a propósito del XX Congreso del Pcus─, lo que ha devenido en un debilitamiento de las fuerzas marxista-leninistas, del internacionalismo proletario y en general de las fuerzas revolucionarias a escala planetaria, sobre todo en el dominio teórico de los asuntos más importantes del desarrollo del capitalismo mundial.

Sin embargo, todo ello no ha obstado para que la situación venezolana marche hacia momentos trascendentes de su historia. Todo indica que se ha abierto un período revolucionario. Esa es una de las razones por las cuales quienes se asumen marxista-leninistas deben profundizar en la atención del proceso político venezolano. Deben partir de hechos concretos. De hacer abstracción de la fraseología y la propaganda gubernamental. Ubicar, principalmente, qué cosas indican las estadísticas en materia de distribución de la riqueza. Esa es la tendencia más importante para ubicar la naturaleza del régimen chavista.

Pero, repetimos, vivimos una situación revolucionaria, a ella debemos brindar todos nuestros esfuerzos. Se presentan las condiciones que hacen posible hacer realidad en nuestro país un cambio revolucionario, como indicara Lenin al respecto cuando señalaba: “En otras palabras, esta verdad se expresa del modo siguiente: la revolución es imposible sin una crisis nacional general (que afecte a explotados y explotadores)”. Además, se presentan aspectos que corroboran la tesis según la cual: “Sin estos cambios objetivos independientes no solo de la voluntad de tales o cuales grupos y partidos, sino también de la voluntad de estas o aquellas clases, la revolución es, por regla general, imposible”.

Por esto, de lo que se trata es de alcanzar mediante la revolución, la conjugación del inicio del cambio de las relaciones de producción y de cambio burguesas y la liberación nacional de cualquier imperialismo. En eso no puede haber medias tintas. Mientras, la táctica de los revolucionarios busca estimular el descontento de las masas para impulsar un poderoso movimiento de cambio aprovechando todas las formas de lucha en correspondencia con el momento concreto.

Desde su nacimiento en 1970, Bandera Roja ha enarbolado el programa de Democracia Popular, ubicado en el tránsito al socialismo de un país atrasado, dependiente y semicolonial, con la visión de conjugar de una manera dialéctica los objetivos nacionalistas, de soberanía e independencia, la profundización del desarrollo económico y el crecimiento de nuestras fuerzas productivas y la colocación de las bases para trascender con un salto cualitativo esta hecatombe social construida durante décadas por una inconsistente e intrascendente visión seguidista burguesa y remachada por este revisionismo de mala factura que se adorna con una fraseología hueca pero altisonante. Hoy el programa de reconstrucción nacional asume las banderas de una unidad nacional con contenido histórico, independientemente de la convicción y trascendencia que pueda animar a quienes lo apoyan, que en absoluto está en contravía con nuestro programa revolucionario. Es hora de elevarnos por encima de nuestras miserias y debilidades y convertir el cambio revolucionario como la verdadera salida a la destrucción progresiva y la entrega de nuestra patria.

Carlos Hermoso, secretario general (adjunto) de Bandera Roja
Caracas, abril de 2015


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