sábado, 6 de agosto de 2011

Acerca del progresismo en la circunstancia venezolana

Como buena parte de las categorías en el campo de la política, el progresismo, o el progresista, cuenta con distintas interpretaciones y acepciones. Desde aquellas que apenas la identifican como la mera asunción de la idea de desarrollo en el ámbito de las relaciones capitalistas de producción, hasta ubicarlas como inmutables ―lo cual niega la idea de progreso―, hasta quienes desde una interpretación marxista la ubicamos como la asunción del progreso en términos del salto hacia una sociedad más avanzada, esto es, de nuevas relaciones sociales de producción y de cambio en general; en condiciones del capitalismo, de superación positiva de las relaciones burguesas hacia el socialismo. A su vez, esta categoría ha contado, desde la perspectiva burguesa, con un tenor en todo caso interesado, para adocenarla y convertirla en parte de los contenidos de la apologética burguesa.

Ahora bien, las circunstancias venezolanas fuerzan a darle una connotación precisa, sobre todo porque el progresismo, más que como categoría con un contenido consciente en los diversos factores políticos que dicen representarlo, se encuentra en la gente misma. En los factores políticos existe mucha confusión y vacilación, sumadas a ignorancia, en el manejo de esta categoría. Además, habría que ver si en realidad representan los intereses de los sectores que analizamos, de cara a sus ideas programáticas. Esto no obsta a la hora de analizar y realizar una política en torno de esta cuestión, toda vez que puede contribuir con aspectos fundamentales de nuestra táctica, así como con la elevación de conciencia en torno de un sector político de la sociedad cuya importancia hemos establecido claramente a los largo de este período y cuya complejidad es clara. Así, es en las masas donde ella se desarrolla; de manera intuitiva pero allí se encuentra.

lunes, 1 de agosto de 2011

Acerca de la ética burguesa y el “pragmático revolucionario”

Algo que queda claro en la obra de Marx es que las condiciones materiales de existencia determinan las formas de conciencia. Que se trata de un asunto histórico. Que la ética del capitalismo, por tanto, debemos ubicarla en las relaciones que se establecen para la producción bajo la égida de la burguesía. Más concretamente, del proceso de trabajo y de producción capitalista emerge la ética capitalista y la escala de valores del régimen burgués, de la sociedad burguesa. Es más, del proceso de producción de plusvalía emerge el despotismo capitalista, ese que inunda la cultura, las relaciones entre los hombres en la cotidianidad; ese “respeto” al patrón, al dueño de los medios de producción; ese “culto” y exaltación del burgués o de sus representantes y representaciones; y, por supuesto, el fetichismo capitalista. Del proceso de trabajo ―basado en el uso lo más intenso y eficaz posible y permisible de la mercancía fuerza de trabajo para la máxima extracción de plusvalía― se crea una cultura del trabajo basado en la eficiencia individual y colectiva para la producción de plusvalía. 

A partir de estos datos, que parten de las relaciones objetivas entre el dueño de los medios de producción y el hombre trabajador, de las relaciones de producción capitalista, pues, es como podemos ubicar el surgimiento de la ética pragmática como la expresión más acabada de la ideología burguesa.