miércoles, 4 de junio de 2014

Del descontento a la rebelión (Análisis)

Resulta aventurado escribir acerca de un hecho histórico que está en pleno desarrollo y no ha dicho la última palabra, ya que al culminarse una fase del proceso anuncia nuevos desarrollos y hechos de significación. A su vez, estos desarrollos pudiesen desembocar en el inicio de una nueva época, dadas la magnitud de la crisis y la respuesta popular. Sin lugar a dudas, podemos afirmar que esta rebelión popular se inscribe en el objetivo claro de la idea de cambio, independientemente de que por su naturaleza esa idea no posea un contenido con definiciones aproximadas, pues ellas deben de venir de fuera, de la vanguardia política: el programa de Reconstrucción Nacional como guía y la orientación estratégica para alcanzar el objetivo y metas definidos de manera clara. A diferencia de la explosión social de febrero de 1989, en esta oportunidad estamos frente a un proceso donde la presencia de factores políticos y sociales encontró perspectivas para encauzar su desarrollo. Que en buena medida han orientado, aun antes de producirse. En lo sucesivo podrán incidir a tal punto que puedan convertir el componente espontáneo en una fuerza material capaz de cambiar lo establecido. Pero ya es papel de la vanguardia que ese cambio se inscriba en una dirección de progreso y bienestar para las mayorías. El factor plenamente consciente ―sólo por su incidencia y fuerza acumulada como vanguardia― podrá ser guía de su desarrollo y perspectivas. Pero no estamos solos. Aun en medio de procesos unitarios, los proyectos estratégicos que resumen los factores aliados apenas encuentran coincidencia plena con la del partido en la necesidad de superar el régimen. No es poca cosa, dadas las circunstancias, pero ello no supone coincidencia en la perspectiva que debe guardar la sociedad, al menos no ha habido avances en esa dirección.
Ahora, bien todo hecho histórico suscita interpretaciones diversas. Por ser tal, por trascender, obliga opiniones. Es motivo, por su repercusión, para que la gente opine. Desde las más primitivas y cotidianas, hasta las políticas, de orientación burguesa y, en general, subjetivas, hasta de quienes analizamos las cosas de manera concreta. Esto es, en primer lugar observamos, y seguiremos viendo, las interpretaciones de este hecho histórico de las distintas corrientes burguesas; desde las más conservadoras e idealistas, propias de los agentes de la oligarquía y el imperialismo, destacando, claro está, las interesadas del punto de vista de la perspectiva del régimen. O de quienes coincidimos en la orientación de la gesta, que, aun identificados en buena parte del análisis, terminan por darle preeminencia a la cuestión individual, particular, y no a las masas que responden, en última instancia, a condiciones objetivas. De allí la asunción de protagonismos y exageraciones en lo referido a la capacidad habida en cuanto a orientación política invirtiendo los términos. Cuestiones que terminan por coincidir con quienes desde otras perspectivas de la oposición acusan a La Salida como la que propició deliberadamente la rebelión dentro de un plan golpista, dándole un exagerado protagonismo, sin ubicar determinaciones que van más allá de cualquier intención política. En cualquier caso, se le resta protagonismo a las masas y a las causas que conducen a su respuesta.
Nos corresponde, a quienes asumimos una posición de vanguardia, analizar el hecho y sus perspectivas desde un punto de vista científico. El movimiento comunista internacional ha sido una escuela en este sentido analizando los hechos de manera objetiva y concreta para sacar el mayor provecho político, las enseñanzas, corrección de errores, entre otras motivaciones para futuras circunstancias, entre otras motivaciones. Para el partido, por su perspectiva y condición de vanguardia en sentido nacional e internacional, es importante dejar constatación del hecho, para lo cual el episodio debe ser analizado de manera concreta: ubicando las determinaciones que lo configuran de manera precisa. Eso es lo que permitirá ubicar sus perspectivas.
Son momentos en los cuales la ofensiva gubernamental se ha encaminado a lograr perplejidad, por decir menos, en la opinión internacional. En Venezuela este objetivo le resulta más difícil dada la contundencia de los hechos, salvo en sectores fanatizados que fácilmente practican la solidaridad automática o el alineamiento al mando. La ofensiva comunicación es muy diáfana, contando el régimen con una clara hegemonía en el control de los medios. Además, a estas alturas de los acontecimientos, afianzada precisamente por el papel de los medios, resulta lamentable que alguna gente con preparación educativa y formación intelectual caiga en la trampa chavista, aunque se trate de un porcentaje muy bajo, las más de las veces vinculado a sectores interesados de la oposición o del gobierno que se colocan en cierto sentido “fuera de la polarización”. En general, se repite aquella sentencia que hiciera el chavismo de crear una “realidad” favorable al gobierno. Por ello, con su larga y nutrida experiencia y capacidad para desvirtuar una percepción natural de los hechos, logra una vez más sembrar, a decir lo menos, perplejidad, confusión y dudas a escala internacional y en buena parte del chavismo y algún sector social que se encuentra a la expectativa. Desde aquel dictamen, su trayectoria de crear una percepción en la gente ajustada a sus intereses les obliga a alcanzar cada vez mayores espacios, dada la pérdida de eficacia por la desaparición del líder, por lo que van controlando los medios de comunicación de manera cada vez más abierta, dejando las fisuras para tratar de evadir la caracterización dictatorial. Para ello se vale de mecanismos expeditos entre los que destacan el chantaje económico, la amenaza, la coerción, hasta el más “sublime”: la “identificación” ideológica. Pero aquella eficacia ―alcanzada cuando contaban con la “magia” carismática y los recursos para atemperar las contradicciones y el desánimo de sus seguidores― ya no es posible, precisamente por la merma en los recursos y la ausencia de carisma alguno. Hacen uso de la mentira más descarada para “igualar” la percepción que crean con la contundencia y generalización de los acontecimientos. Razones que hacen más obligante la rigurosidad en el análisis, no sólo por los retos que tenemos por delante, sino por el compromiso a escala internacional para esclarecer las cosas y mellar la ofensiva chavista, al menos en los sectores democráticos, progresistas y revolucionarios.
Vale el comentario para ubicar que el irracionalismo político ―o el irracionalismo como política― no es exclusividad de uno u otro sector social. Pero es más dable en sectores de la pequeña burguesía y del lumpen. En los primeros por la capacidad de fetichización cuyo sustento lo encontramos en la forma mercantil. En los segundos principalmente por el resentimiento. En cualquier caso, estamos frente a una política de creación de irracionalidad en forma planificada. Es de esperarse que un sector del chavismo se mantenga fiel a la orientación política del gobierno aunque muchos de sus argumentos, señalamientos y acusaciones sean falaces.
La rebelión realizada por amplios sectores ―respaldada por mucha gente, que levantó simpatías en más, que motivó la más amplia solidaridad con los estudiantes y la rabia frente a la brutalidad represiva― queda como un hito histórico que renueva las pautas que marca el movimiento popular venezolano a escala mundial. Se trata de una rebelión cuya extensión geográfica y en el tiempo no encuentra parangón al menos en nuestra historia. Eso no lo puede encubrir el régimen ni siquiera escondiéndose tras excesos y proyectos con objetivos particulares. Importante entonces analizar las cosas a profundidad partiendo de aquella sentencia según la cual la cosa no se presenta como es. Es necesario desentrañar en su esencia sus determinaciones para así poder ubicar sus perspectivas. Vaya pues un aporte que busca clarificar lo fundamental de la rebelión democrática del pueblo venezolano, desde la perspectiva de un comunista.

Consideraciones ya dichas...
La crisis económica ha alcanzado niveles alarmantes. Sus repercusiones no se hacen esperar en todos los terrenos de la reproducción social. Las cosas a estas alturas resultan sencillas de ser analizadas de tanto reiterar en el análisis desde que Chávez llega al poder. Una política económica fiel, en materia del comercio internacional y a su teoría del desarrollo, del célebre economista burgués David Ricardo,  no podía conducir a otra cosa. Así como los ingleses durante los siglos xviii y xix impusieron al mundo entero el libre mercado, basándose en la especialización de cada economía bajo el precepto de las ventajas comparativas, el gobierno chavista ha seguido esas orientaciones esta vez de China, Estados Unidos, Rusia, Brasil, Argentina, principalmente. Así como los ingleses en su momento, y lo siguen haciendo, impusieron a sangre y fuego el libre cambio, hoy lo hacen todas las potencias imperialistas. Ayer se procuraban de gobiernos títeres antinacionales, que participaban del negocio, en el mejor de los casos, como socios menores, hoy practican exactamente la misma política sólo que obteniendo pingües ganancias, de la fortuna ostentosa que exigen los grandes capitostes chavistas. Así, el chavismo se convierte en un genuino representante de esta política en esta etapa de la modernidad, sólo que lo enmascara bajo la férula del discurso “socialista”. Especializan a Venezuela ―aun más de lo alcanzado por adecos y copeyanos― como productora de petróleo y comprador neto de todo lo que requerimos para sostener lo poco que queda del aparato productivo y para satisfacer la demanda interna de bienes y servicios. La consecuencia ante la merma de dólares producto de la ralentización de la economía, que incluye la producción petrolera, es que ahora no contamos con muchos bienes finales para satisfacer la demanda interna ni para mantener los ritmos de producción de lo que queda de capacidad instalada. Escasez mediante, la economía, como nunca, adquiere un carácter especulativo de manera superlativa. Estas cuestiones resumen lo principal de la situación económica pero ni por asomo abarcan todo el drama en que ha sumido a Venezuela el despotismo revisionista chavista.
Otra cuestión de gran significación, imbricada en los acontecimientos actuales, es el comportamiento del presupuesto nacional. El cada vez más amplio déficit y la reiteración de una política económica destructiva del aparato productivo conducen a una espiral inflacionaria que tiende a convertirse en hiperinflación.
Ante sus debilidades y en medio de la circunstancia que hace tambalear sus cimientos, recurre el régimen a la represión generalizada, la tortura de detenidos, la aplicación de medidas jurídicas para limitar las protestas haciendo uso del poder judicial que “interpreta” la Constitución a su conveniencia y dicta sentencia en relación con este derecho. Son demasiadas las evidencias. Aparte de la mentira y la represión, afianzan otra práctica del régimen: el fariseísmo político. Tradición fascista que encuentra en la burda maniobra nazi de la quema del Reichstag, el parlamento alemán, su figura emblemática, cuando acusa a los comunistas de tal hecho, siendo ellos mismos los que produjeron esta acción.
Logran crear un clima represivo que muestra su faz dictatorial, pero que ―por la dimensión que ha alcanzado la disposición de las masas a seguir enfrentando al régimen y su política y exigiendo cambio de gobierno― encuentra una respuesta inesperada que no encuadra con el objetivo que buscan: frenar al movimiento rebelde. Con la “interpretación” que hace el TSJ, la cosa queda aún más evidente: estamos frente a un régimen dictatorial que cercena las más elementales libertades democráticas, a nombre de un “socialismo” cada vez más falaz. Chavismo y socialismo terminaron convirtiéndose en antagónicos, configuran una especie de oxímoron. Son excluyentes. Contrarias.
En esta oportunidad, por más capacidad que tengan, difícilmente podrán alcanzar la creación de un clima de incertidumbre en relación con los hechos. No podrán esconder los problemas nacionales y la respuesta popular por la contundencia con que se presentan. Además, la crisis se profundiza. No logran superar problemas elementales y explosivos como la inflación. Sin embargo, a escala internacional el efecto no se hace esperar. La red a favor del régimen, bien engrasada desde Pdvsa ―integrada por sectores políticos diversos, unificados en buena medida por los emolumentos que reciben―, logra despertar cierta solidaridad en sectores progresistas a escala internacional aun cuando la tendencia es a la mengua.
Cuenta el régimen con una ventaja relativa en esta circunstancia. En momentos en los cuales la colaboración se expresa de manera clara en muchos aspectos, el imperialismo, fiel a sus principios, logra diseñar una estrategia que somete aún más al chavismo a postrarse frente a la oligarquía internacional. Este es el resultado de las articulaciones del capital que se configuran en el proceso de desarrollo del capitalismo mundial, con la clara orientación de frenar la caída de la cuota media de la ganancia, incremento de la explotación de los trabajadores mediante. Ello es lo que explica que, en las circunstancias de enfrentamiento feroz entre un bloque imperialista contra otro, existan nichos económicos para el intercambio mercantil y el desarrollo de procesos de colaboración. Resulta emblemática la relación con el régimen racista nazi de General Motors y DuPont, entre otras, durante toda la Segunda Guerra Mundial. Buscaban estas y otras empresas que Alemania derrotara a la Unión Soviética para ampliar así sus mercados. Inevitable la derrota nazi, se apresuran los imperialismos británico y yanqui, para llegar pronto a Berlín. Hasta allí, y aún más, duró la colaboración. Venezuela, por ser área en disputa, encuentra en esta condición del imperialismo y del sistema capitalista mundial el desarrollo de dos tendencias. De una parte ―dadas las concesiones realizadas por EEUU a China y Rusia, en general al bloque Brics, que les ha permitido penetrar de manera importante en la economía venezolana―, el régimen encuentra un relativo respiro dado el “apoyo” brindado con base en esta articulación. Pero, en segundo lugar, estamos, en definitiva, sujetos al desarrollo de las contradicciones interimperialistas para apreciar el comportamiento en una dirección u otra del imperialismo estadounidense y de los otros bloques imperialistas, incluyendo el europeo. "Apoyo", pero condicionado a las contradicciones de entre quienes dependemos.

El cinismo, para justificar la entrega del país a los chinos y demás socios del Brics, se basa en la vieja tesis defendida por el revisionismo moderno según la cual el apoyo a un imperialismo permite derrotar a otro y fortalecer la soberanía nacional. Desde los tiempos de Tito en la antigua Yugoslavia se viene aplicando esta tesis. La historia de este país es emblemática. Fue desmembrado y hubo de sufrir una de las guerras más salvajes luego de la Segunda Guerra Mundial. Situación similar la sufrió Libia. Hoy día Siria y Ucrania son reflejos de los resultados de esta política.
Venezuela ha perdido soberanía frente a China, al punto de que, además de estar supeditados en materia financiera y comercial, hemos entregado a los chinos la elaboración del mapa geológico del país. El futuro de la explotación y comercio de buena parte del petróleo, de coltan, entre otros elementos, estarán determinados en buena medida por el imperialismo chino. Es más, los “amigos” chinos tendrán información respecto de su ubicación geográfica antes que los venezolanos.
Ubiquemos, de otra parte, que en varios sectores de la oposición venezolana, más en sectores que peculiarmente se identifican con la rebelión, la idea anticomunista parece formar parte de un guión a ser cacareado aun en la oportunidad menos esperada. Parecen seguir la orientación a pie juntillas para atender una perspectiva que eventualmente puede tomar cuerpo. Esto es, no propagan el anticomunismo para enfrentar la naturaleza del régimen chavista, sino porque el imperialismo y la oligarquía deben estar atentos ante el avance de alguna fuerza revolucionaria en medio de una circunstancia que resquebraje las bases del orden instituido, cuyo sostén es el régimen chavista.
La oposición en general, por su parte, en este contexto, se presenta más dividida que nunca. De una parte, nos encontramos quienes hemos asumido la rebelión de la manera que nos fuerza la circunstancia.
De otra parte se encuentran quienes quieren seguir rindiendo pleitesía a los gringos, por lo que, al seguir sus orientaciones se encuentran en un proceso que tiende a marcar la descomposición del escenario unitario de mayor relieve de las fuerza democráticas de los últimos tiempos, al menos en relación a como venía comportándose frente al estado de cosas. Algunos factores parecen encaminados a integrarse, negociación mediante de espacios en la estructura del poder. Proceso iniciado, seguramente desde antes de la puesta en escena del diálogo con el gobierno. Otros aún se encuentran en la disyuntiva de asumir una postura u otra, esperando con visión oportunista los desarrollos. Con ello esperan no perder terreno en alguna de las perspectivas probables
Otro factor político que encuentra en su miopía argumentativa ideas que, por desconocedores de cuestiones elementales de la ética política revolucionaria, terminan por repartir porrazos contra el gobierno, la oposición colaboracionista y quienes asumimos la rebelión popular como una experiencia previsible que demandó y demanda de un alto sentido de responsabilidad. Esta pureza argumental, de quienes dicen seguir siendo marxistas, recuerda el célebre dicho: “un tiro al gobierno y otro a la revolución”, pero que deja pólvora para alguien más. Todo sin tener incidencia alguna en los acontecimientos ni correr ningún riesgo.

Acerca de la espontaneidad del movimiento de masas
Hemos afirmado que resultaba sencillo predecir una circunstancia explosiva. En general hablamos de la tendencia revolucionaria, de la crisis revolucionaria como dominante. Es más, al respecto hemos dejado huella escrita de tiempo ha. Más aún, orientamos al partido en esa dirección y adelantamos políticas específicas al respecto. Las tendencias objetivas hacían lo suyo. Permitían dibujar esa perspectiva. Más cuando las limitaciones de la oposición política y de los sectores gremiales afianzaban una respuesta de este tipo. El panorama anunciaba el dominio de lo espontáneo, muy a pesar de que hubo, insistimos, sobre todo de parte del partido, la previsión y la disposición política para dar cuenta de esta tendencia. Eso lo podemos apreciar claramente en las iniciativas políticas entre las que destacan: la firma, junto con otros sectores, de convocatoria a Constituyente, el impulso de asambleas populares, las iniciativas en el sector estudiantil, la orientación a todo el partido en función de avanzar lo más posible en materia organizativa, entre otros aspectos. Podemos hacer un seguimiento de nuestra política y sacaremos claramente la conclusión de que ciertamente asumimos una posición de vanguardia más que predictiva. Ahora bien, todo ello no niega el componente espontáneo de lo que se convirtió en una genuina rebelión cuyo desarrollo anuncia una perspectiva de cambio cada vez más clara.
Los elementos objetivos han sido el principal acicate de la circunstancia revolucionaria. En eso hemos insistido en los documentos del partido de manera concreta. La crisis política, por su parte, se va incubando al calor de aquélla pero contando con determinaciones propias de la naturaleza de la estructura económica sobre la que se erige el poder chavista. Viendo grosso modo algunas de las determinaciones ya indicadas en otros escritos, la muerte de Chávez se convierte en un factor que va a minar el régimen. Como indicamos en su oportunidad, un despotismo que encuentra en la figura carismática del “gran hermano” un pilar fundamental, se ve remecido frente a su salida de escena. Eso afecta un sector nada despreciable en la subjetividad del sector chavista.
Una de las diferencias de este episodio en relación con otros levantamientos o ascensos abruptos del movimiento de masas en Venezuela es su contenido y expresión como forma de conciencia. Se trata de un movimiento rebelde que resume un objetivo político muy claro: salir del gobierno. Esto es así, independientemente de las influencias políticas que van a incidir sobre él, de la propagación de corrientes diversas que prenden en la gente dado su estado de ánimo, así como los recursos de los que disponen para incidir en el movimiento, tanto materiales como organizativos. No supone la rebelión más que una respuesta ante la crisis general, la represión del gobierno, la agobiante problemática económica, en la que destacan la escasez y la inflación, entre otras y principalmente. No se ubican las masas rebeladas en una perspectiva estratégica programática concreta.
En cualquier caso, de lo que se trata es de establecer dos cuestiones, la relación entre lo espontáneo y la incidencia de los factores políticos en general y de la vanguardia revolucionaria en particular. Y, de otra parte el tipo de espontaneidad en cuanto a su dimensión y motivaciones.
Como afirmara Lenin en su obra ¿Qué hacer?: “la relación entre lo consciente y lo espontáneo ofrece un magno interés general y debe ser analizado con todo detalle”. Cuestión que nos fuerza a un ejercicio que permita establecer esta y otras relaciones para apuntalar la comprensión de este evento, vital para la perspectiva revolucionaria venezolana.
Partiendo de que “hay diferentes clases de espontaneidad”, debemos ubicar en cada caso a qué corresponde la espontaneidad y su grado de desarrollo. Además, partiendo del criterio según el cual “en el fondo, el ‘elemento espontáneo’ no es sino la forma embrionaria de lo consciente”, debemos ubicar el desarrollo desde esa forma embrionaria en relación con la respuesta de las masas ante la circunstancia concreta, hasta la conciencia en sí y para sí, como parámetro más avanzado de los trabajadores, pasando por la gama que supone la conciencia en relación con cada paso o fase concreta del desarrollo social y político, de la lucha de clases y de la lucha política. Más cuando hay momentos en los que las masas comienzan, decía Lenin, “no diré que a comprender, pero sí a sentir la necesidad de oponer resistencia colectiva y rompían resueltamente con la sumisión servil a las autoridades”. Que en primera instancia se corresponde con el descontento y rebeldía que, en el caso que nos ocupa, se fue fraguando hasta convertirse en rebelión. Partiendo de la afirmación de Lenin, según la cual el elemento espontáneo no es sino la forma embrionaria de lo consciente, por lo que concluye que, más que lucha, es una expresión de desesperación y venganza, debemos apreciar esta circunstancia en la experiencia rebelde venezolana de estos tiempos.
En el caso que nos ocupa, el carácter espontáneo del movimiento en sus inicios, como indicamos líneas antes, no supone la inexistencia de orientaciones de los factores políticos. Resultaría una flagrante mentira esta afirmación. Pero lo sería también establecer que la orientación política fue lo que determinó el ascenso y desarrollo del movimiento. Las iniciativas adelantadas por el partido se articulan con el detonante sí. Sus consignas, que anunciaban el desencadenamiento, quedan como huella indeleble en la conciencia partidista. Lo dicho en el acto aniversario por Gabriel Puerta, secretario general del partido, nos indica claramente que hemos asumido posiciones genuinas de vanguardia. Hemos cumplido con el llamamiento de Lenin de ponernos al frente del movimiento espontáneo de masas. Pero debemos reconocer que se trata de un fenómeno cuyo componente espontáneo es indudable.
Los niveles de conciencia, así como los que refleja la espontaneidad del movimiento de masas, son relativos. La frontera entre el espontaneísmo primitivo y alguno que otro objetivo político no supone que se haya alcanzado el estado de conciencia de la vanguardia ni por asomo. En primera instancia, siempre el movimiento se orientará, cuando hay tal, con base en las consignas. Dentro del movimiento puede haber, de seguro hay, sectores que van más allá. Que logran comprender sus perspectivas. En esa dirección debe ir la propaganda para elevar el nivel de conciencia de las masas en general y en particular de los sectores avanzados, sobre todo cuando este tipo de circunstancias permiten su mayor comprensión. Son tiempos en que se abre el entendimiento dada la agudización de las contradicciones. Tiempos en que esa frontera entre lo espontáneo y lo consciente no es de tanta dimensión. Si bien es cierto este movimiento, siendo espontáneo, es superior, por los objetivos a los cuales se aproxima, entre otros aspectos, al estallidos social del 27 de febrero de 1989, sigue inscribiéndose en la espontaneidad, con todo y que en él prenden y prendieron consignas diversas, de carácter político, de acción en incluso de organización. Y es que hablamos de movimiento espontáneo cuando nos referimos al que es el resultado de la acción humana que ciegamente responde producto de las condiciones objetivas concretas que vive una sociedad.
Lo que sí debe quedar claro es que la conciencia científica de la vanguardia prevalece por encima de cualquier grado de desarrollo del espontaneísmo, aun cuando la vanguardia en esta relación aprende de las enseñanzas que deja el movimiento. Es de allí, de esa relación, que podemos extraer ―con base en el manejo científico de las leyes de desarrollo del capitalismo y esas enseñanzas― las tendencias que marcan el rumbo al que se dirige la sociedad. Pero no es posible alcanzar esta perspectiva desde el movimiento espontáneo, por muy avanzado que sea su desarrollo. Esto es, la guía no debe ser el movimiento espontáneo. La vanguardia debe colocarse al frente del espontaneísmo. De no hacerlo será guiada por desarrollos ciegos que desembocan en la derrota, como lo demuestra una y otra vez la historia. O bien, por orientaciones provenientes de sectores cuyos objetivos estratégicos son radicalmente diferentes a los nuestros, con los cuales podemos coincidir o no, por la justeza o no del planteamiento. En medio de una lucha que, como en cualquiera, siempre habrá confrontación por la hegemonía. En este caso, en medio de procesos unitarios en los que apenas la búsqueda por salir del régimen es el factor de confluencia.
Lenin ubica claramente la diferencia de calidad entre lo espontáneo y lo consciente cuando afirma: “El movimiento espontáneo de la clase obrera puede por sí mismo crear (e inevitablemente crea) sólo sindicalismo, y una política sindical de la clase obrera es precisamente una política burguesa de la clase obrera. El hecho de que la clase obrera participe en la lucha política, y aun en la revolución política, no hace en sí mismo que su política sea una política socialdemócrata (…) [El] camino revolucionario del movimiento obrero puede no ser el camino socialdemócrata”. En ese momento una política socialdemócrata era la política del factor consciente, de la vanguardia pues.
Para que exista una elevación de la conciencia, como repitió Lenin una y otra vez, deben venir de afuera. En nuestro caso, el nivel de conciencia de las masas, de los sectores de masas que se aventuran a luchar por la superación del régimen chavista, no se inscribe siquiera en ideas programáticas inscritas en el desarrollo y el progreso, mucho menos son expresión de aquello que indicara Engels (citado en ¿Qué hacer?) al referirse al desarrollo teórico de los obreros alemanes de la época comparándola con los obreros europeos:
“… los obreros alemanes tienen dos ventajas esenciales sobre los obreros del resto de Europa. La primera es que pertenecen al pueblo más teórico de Europa y han conservado en sí ese sentido teórico, casi completamente perdido por las clases llamadas ‘cultas’ de Alemania. Sin la filosofía alemana que le ha precedido, sobre todo sin la filosofía de Hegel, jamás se habría creado el socialismo científico alemán, el único socialismo científico que ha existido alguna vez. De haber carecido los obreros de sentido teórico, este socialismo científico nunca hubiera sido, en la medida en que lo es hoy, carne de su carne y sangre de su sangre. Y demuestra cuán inmensa es dicha ventaja, de un lado, la indiferencia por toda teoría, que es una de las causas principales de que el movimiento obrero inglés avance con tanta lentitud, a pesar de la excelente organización de algunos oficios, y de otro, el desconcierto y la confusión sembrados por el proudhonismo, en su forma primitiva”.
De allí que tarea del día es la educación permanente de las masas, ubicándola en una perspectiva de mayor dimensión que la mera superación del régimen imperante. Elevar el nivel de conciencia implica entonces entronizar en la conciencia de las masas no sólo la necesidad de superar el régimen, sino también la perspectivas luego de su superación, así como el camino estratégico, en general, junto con la educación en torno de las formas de lucha y organización, aunque la fundamental de ellas, y otras, termina apareciendo también de manera espontánea, refiriéndonos a las asambleas populares.
Para que la conducción sea acertada, desde la perspectiva revolucionaria, la vanguardia debe estar pertrechada en la teoría científica del proletariado y tener capacidad orgánica de conducir el movimiento. No basta con la claridad política que se desprende del riguroso manejo de la teoría revolucionaria. Para que la labor de conducción se oriente hacia objetivos definidos desde esa perspectiva, la vanguardia ha de contar con suficientes cuadros arraigados en el movimiento real de las masas. El partido debe contar con una estructura lo suficientemente extendida geográfica y socialmente que le permita orientar al movimiento y darle cauce para alcanzar objetivos y metas en correspondencia con las posibilidades que brinda el movimiento.
Una de las conclusiones que podemos sacar de lo acontecido es que este ascenso del movimiento de masas expresado como rebelión, siendo bastante generalizado, no logra romper con la polarización. Lo que se convierte en una determinación que impide que su trascendencia sea mayor. Eso también obedece al carácter espontáneo del movimiento. Si la orientación política fuese mayor, de seguro la superación de la polarización hubiese sido planteada como meta. Lo que supone la entronización en la conciencia de amplios sectores chavistas de la idea de superar al menos problemas acuciantes del pueblo mediante un cambio de gobierno. En el mejor de los casos, si nos aventuramos a tomar como referencia los resultados electorales en San Cristóbal, estado Táchira, y San Diego, estado Carabobo, sectores del chavismo comienzan a inhibirse, mientras que amplios sectores de la oposición participan en la lucha callejera sin descuidar la cuestión electoral.
Un movimiento de esta naturaleza, cuyo componente espontáneo es innegable, no supone la inexistencia de condiciones como para que factores diversos, como hemos indicado, busquen hacerse de la hegemonía del movimiento. Claro, su extensión impide que tal incidencia lo abarque de manera considerable. Pero la intención ha estado presente afectando sensiblemente las posibilidades unitarias y de coordinación. Por ello no se logra tampoco unificar políticamente al movimiento estudiantil, ni siquiera a sectores de vanguardia de los estudiantes.
De otra parte, el carácter espontáneo del movimiento no niega una posible existencia de ideas promovidas por el imperialismo, particularmente estadounidense, buscando sacar provecho de la circunstancia. El imperialismo no se ata a un solo plan o perspectiva. Pudo haber participado en un acuerdo interimperialista con miras a salvar a Maduro. Tratándose de una situación como la venezolana en la cual los nexos de dependencia son compartidos ―el país es área en disputa, pues―, bien pueden los estadounidenses acordarse con chinos, rusos y alemanes y otros, mientras estimula eventuales opciones muchas veces resultado de procesos independientes de los actores como es el caso que atendemos. Sin embargo, no contamos con evidencia alguna de la injerencia directa de Estados Unidos en el movimiento desarrollado desde febrero a la fecha, lo que no niega que pueda haber ayudado a sus agentes, amigos, o como se quieran designar a los que atienden sus dictados. En medio del desarrollo de los acontecimientos una corriente que no perdió oportunidad para incidir en el movimiento en la introducción de ideas erróneas fueron los anticomunistas de diversos signos.
Otro elemento a considerar es que, una vez más, se pone de manifiesto aquello de que las formas de lucha no marcan una corriente ideológica. Así como la guerrilla, tal vez la forma de lucha más identificada con las ideas revolucionarias, aunque se perciba como exclusiva de sectores identificados con la causa popular termina siendo utilizada por factores contrarrevolucionarios, cualquier forma de lucha encuentra utilidad para una u otra corriente política con base en la situación concreta. Dado el componente espontáneo, las formas de lucha han tenido un desarrollo marcado por cuestiones un tanto primitivas como la preservación de quienes protestan frente a la arremetida represiva, sobre todo de los motorizados armados del régimen, los mal llamados “colectivos”. O bien, siguiendo tradiciones de procesos anteriores. Junto a la movilización y las asambleas, se implantó la llamada guarimba que se convirtió en un símbolo de la rebelión muy a pesar de su carácter controversial que conduce a contradicciones entre los habitantes del sector y contraproducente con emergencias elementales al verse afectadas movilizaciones y tránsitos diversos.
De otro lado, hay episodios, hechos y personajes que se escapan de lo fundamental del proceso y son utilizados por críticos de la rebelión, desde el gobierno e incluso desde la oposición colaboracionista, que les sirven para generalizar e identificar los acontecimientos como el producto de planes concretos de fuerzas políticas orientadas a una salida violenta que desconoce los procesos democráticos. Cuestiones que son aprovechadas por el chavismo y su inmenso aparato de propaganda para presentar la rebelión como un episodio azuzado, propiciado, dirigido y ejecutado por quienes siguen las orientaciones del departamento de Estado estadounidense. Con ello busca el chavismo presentar una respuesta generalizada de las masas como un plan previamente elaborado. De igual manera en eso se apoyan quienes buscan integrarse al orden político chavista como socios menores.
En otro sentido, debemos establecer algunas precisiones conceptuales que nos permitan analizar este episodio así como sus perspectivas y nuevos desarrollos. Una cosa es la resistencia, otra la rebelión. La resistencia supone preservación frente a la superioridad de un enemigo que busca liquidar una expresión política, étnica o social. La resistencia no necesariamente se expresa de manera tan virulenta y explosiva, como una rebelión. Bien puede existir resistencia durante siglos, en cuyo desarrollo se pueden presentar rebeliones o sus expresiones violentas.
Esta experiencia nos indica la combinación de una rebelión popular que ha contado con el protagonismo del movimiento estudiantil, con muestras claras de resistencia civil. Independientemente del componente de clase, se trata de un movimiento popular. La pequeña burguesía, más sectores estudiantiles en proceso de formación los más de los casos de fuerza de trabajo calificada o no, forma parte del movimiento popular. Sector que siempre ha participado en los procesos de lucha del pueblo venezolano. En ambos casos, en la rebelión así como en el proceso de resistencia, están presentes componentes espontáneos, como es de suponerse. Históricamente a momentos ha habido planificación y perspectivas de formas de conciencia avanzadas. Pero en ambos casos lo dominante es lo espontáneo, en mayor o menor medida.
Por su parte, la insurgencia y la insurrección forman parte de un plan concreto. Toma en cuenta la espontaneidad pero su fuerza principal se configura con base en fuerzas organizadas y dispuestas. Con un elevado nivel de conciencia y compromiso.
Una de las cuestiones que nos fuerzan a recrear esta experiencia es lo atinente a la idea de que este tipo de experiencias de seguro será materia de atención tanto por razones científicas e históricas, como políticas. En cualquier caso la rigurosidad en el análisis es fundamental para sacar las experiencias aleccionadoras del caso, ubicar las limitaciones, sobre todo de la vanguardia, así como el rumbo que debemos trazar para avanzar en el camino por la transformación revolucionaria, una de cuyas fases más definitorias ha sido la estentórea rebelión popular democrática.

Las perspectivas
Luego de cubrir una etapa, la rebelión deja una estela de descontento y deseos de participación política que es atendido de manera diversa y desde perspectivas políticas e ideológicas antagónicas pero unidas en la meta general de salir del gobierno de Maduro. El movimiento, en su conjunto, ve como factible alcanzar la victoria y lograr esa meta. A esto se une que los factores políticos que asumimos ante el movimiento, desde finales de 2013, posiciones de vanguardia o de avanzada intentaron, al menos, guiar el proceso con no pocos aciertos, los cuales consiguieron entronizar en buena medida algunas orientaciones, entre ellas la necesidad de organizar asambleas populares, así como la combinación de diversas formas de lucha acertadas y en correspondencia con las circunstancias en cada caso. Son muchas las enseñanzas que va dejando este episodio de nuestra historia reciente, así como muchos los avances alcanzados, siendo uno de ellos, por las perspectivas en que están inscritos, los comicios en San Cristóbal y San Diego. Espacios en los cuales la rebelión alcanzó una dimensión muy clara, al punto de que el gobierno buscó acallar la protesta con el encarcelamiento de los respectivos alcaldes. Los números alcanzados indican que la gente aumentó su disposición a seguir luchando sin abandonar los mecanismos institucionales, uno de ellos el electoral. Buena lección para quienes se muestran escépticos en relación con las potencialidades del movimiento o que temen por las perspectivas de cambio que brinda. En eso la burguesía y sus agentes, a pesar del desconcierto y sus fracturas, logran atinar. Frente al temor por el protagonismo de las masas, y que éstas sean guiadas por una vanguardia revolucionará, a toda costa buscan restarle protagonismo o anular su acción. Otros, desvinculados del movimiento, no logran apreciar su magnitud y prefieren colocarse al margen, aunque rápidamente, cuando las posibilidades se los permiten, se presentan como sus “orientadores”.
En cualquier caso, reivindicamos, una vez más, que la situación venezolana debe ser atendida con base en las posibilidades del desarrollo del movimiento de masas. Quienes ven que sus posibilidades apenas dan para dejar una huella por la relativa trascendencia que alcanzó, de seguro, tendrán que retractarse ante un empuje que apuntala una perspectiva de mayor tenor. Son momentos en los cuales calibrar su dimensión lo más exactamente posible es fundamental para definir la línea política correcta. Las condiciones objetivas junto a la disposición de la gente a seguir luchando anuncian nuevos episodios que pudiesen ser aún más trascendentes.
Desde algunos factores de la oposición, alternativas claras del imperialismo y la oligarquía, la diferencia no es de la caracterización del momento sino de la política a seguir. Como hemos indicado, el imperialismo juega varias opciones, tiene varias cartas bajo la manga. Además, las posturas de un imperialismo u otro están sujetas a los desarrollos acá o allá de sus conflictos por espacios mercantiles y fuentes de materia prima, entre otros, que determinan sus actitudes en torno de un área de influencia en perspectiva. Es por ello que, a momentos, se producen acercamientos en una dirección que luego adquieren rumbos diferentes. Eso explica en buena medida el comportamiento de algunos factores de la oposición venezolana frente al régimen chavista. En perspectiva, por tanto, el comportamiento de uno u otro factor político podría cambiar de actitud, a ello debemos estar atentos. Ubiquemos que el posible agotamiento del diálogo y la eventual negociación con el gobierno, coloca a algunos sectores de la oposición, sino a todos, en una disyuntiva que puede tomar cuerpo en una dirección que los aproxime a tener que asumir posiciones de confrontación con el régimen. A su vez, la crisis general que vivimos, su profundización, bien puede empujar a estos sectores de la oposición a la asunción de nuevas políticas que bien los puede aproximar a procesos unitarios cuyas definiciones estratégicas contradigan en mayor o menor medida sus posturas actuales.
Por su parte, la rebelión democrática, una de las jornadas de mayor participación ciudadana y popular que haya vivido la historia de Venezuela, si no la de más importancia en cantidad y en su duración, parece marcar un nuevo horizonte de mayor conciencia y amplitud.
Más allá de esta circunstancia y de la profundización de la rebeldía ciudadana, las condiciones objetivas parecen convertirse en un acicate de nuevos episodios. Al comportamiento crítico de la economía y su profundización por las políticas diseñadas por el chavismo, se unen los indicadores en pobreza. La inflación no puede ser superada por otra vía que no sea la restricción del gasto fiscal lo que conduciría a una explosividad aún mayor en servicios y pobreza, o bien rediseñando la política económica que conduzca a niveles de crecimiento acelerado que permitan superar la recesión ya aceptada por el Ejecutivo. Inflación, escasez y paridad cambiaria resultan un coctel idóneo para la especulación. Misma que sufren los sectores sociales que demandan bienes y servicios diversos, desde los que requiere la gente pobre apenas para reproducirse, hasta la que demandan los sectores medios cada vez más empobrecidos. El endeudamiento público interno, por inflación y otros factores, ya no puede seguir contribuyendo en la misma dimensión con la liquidez que requiere el Ejecutivo, sin embargo, debe seguir creciendo en función de que ello sostenga el sistema bancario que encuentra en esa cartera sus sostén, dado el elevado costo del crédito que restringe la demanda del servicio de intermediación. Crece la deuda pública externa y se compromete aún más el presupuesto nacional en el presente y futuro. El análisis de la economía se queda corto, sin embargo, frente a los indicadores de crecimiento de la pobreza crítica y relativa. Ya es cosa reconocida por el Instituto Nacional de Estadísticas, hasta ahora principal maquillador del comportamiento de la pobreza y el empleo.
Estando a la expectativa el movimiento que se ha levantado contra el régimen, estas señales que indican profundización de la crisis general del capitalismo venezolano lo fuerzan no a otra cosa que a prepararse para nuevos desarrollos. No sólo se trata de las perspectivas del movimiento y su desarrollo, sino, más que eso, de lo que se plantea como corriente acerca del futuro del país. Existen vacíos y deficiencias en el movimiento y en quienes buscan dirigirlo. A nuestro juicio uno de los más importantes es el de la unidad en torno de una propuesta programática con la que se identifiquen las masas, lo que pasa por la disposición a asumir la dirección del movimiento y la definición de un planteamiento estratégico claro.
El partido, por su parte, debe convertirse en personalidad histórica en esta circunstancia. Esto es, debe convertirse en vanguardia real del movimiento, en forma colectiva e individual. Recordemos que la historia, cada momento histórico, construye su propia personalidad en términos colectivos y de quienes logran asumir como individuos el liderazgo del movimiento. Liderazgo y personalidad, desde el punto de vista colectivo e individual. Papel que se alcanza en medio de una lucha por la hegemonía en la conducción del movimiento, con la paradoja que suponen los procesos unitarios. Conquista que sólo es posible para el partido si logramos consolidarnos como vanguardia real, si entronizamos en la conciencia de amplios sectores de las masas, nuestro programa político. Si nuestra calidad de dirección logra identificar sus perspectivas y aspiraciones con nuestras consignas y símbolos. Ese papel, esa condición no va a ser fácil de alcanzar. Para ello debemos poner todo nuestro empeño.
Todo ello pasa por el fortalecimiento ideológico y teórico del partido, de sus cuadros y militantes. El uso de la razón dialéctica nos permitirá comprender de manera más acabada y cada vez más amplia la circunstancia revolucionaria que vivimos, en términos de conciencia y voluntad colectivas. Es desde la razón acendrada en la conciencia colectiva del partido de donde provienen esa fuerza y voluntad colectivas, ciertamente en medio de liderazgos y desarrollos desiguales que, por distintas determinaciones, se convierten en personalidad individual, que debe contribuir a ese desarrollo. Pero no es desde alguna individualidad de donde proviene esa condición indispensable en las actuales circunstancias que vive la sociedad. La personalidad individual es tal como resultado de muchas condiciones, lo que le permite convertirse en determinación principal en condiciones históricas concretas. Por eso en la historia el líder revolucionario, ante todo, debe brindar rigurosidad en sus planteamientos, debe existir coincidencia entre la verdad científica en la atención de los problemas de la revolución y la práctica en correspondencia, a partir de lo cual se convierte en personalidad individual, sin tener que recurrir a la fuerza que ella supone dentro del colectivo. Al menos así debe ser, y así lo corrobora la historia. Ello lo demuestran Marx y Engels, Lenin y Stalin. Los grandes jefes del proletariado mundial resumieron esa condición de personalidades, de líderes de la revolución mundial, independientemente de que, en última instancia, es el legado teórico y práctico lo que los convierte en trascendentes por la universalidad de sus planteamientos y por lograr liderar una fuerza material en su oportunidad. En el devenir de los tiempos, cuando sus ideas prenden en la conciencia de los sectores avanzados de la sociedad también crean una voluntad de cambio en correspondencia con la realidad. Sin embargo, aun cuando impera en el movimiento comunista tal o cual personalidad por la condición de conductor por la magia, jefatura o liderazgo de cada uno de ellos, trascienden, de manera concreta, por la razón que tuvieron sus teorías y acciones en relación con los asuntos que abordaron, cuya amplitud abarca distintos aspectos de la vida, de las distintas formas de expresión de la materia, de lo humano y de las ciencias, aunque centradas en los asuntos filosóficos, sociales, económicos y políticos, del partido y el poder popular,
He allí el secreto para que un colectivo consciente no desvíe su camino del saber científico y de la práctica genuinamente revolucionaria en medio de maniobras, acuerdos y compromisos con sectores que ideológicamente distan mucho de nuestra perspectiva histórica.
En cualquier caso, si bien es cierto que en el partido revolucionario marxista Leninista la confianza y el optimismo provienen de la idea dialéctica y del dominio de las leyes de funcionamiento de la sociedad ─lo que nos permite el diseño de políticas que nos acerquen a la revolución social─, no es menos cierto que sin convertir la vanguardia en una fuerza concreta, arraigada en el movimiento de masas, no es posible asumir la hegemonía en su conducción. De manera más directa, fortalecer la vanguardia se convierte, en las actuales condiciones, en la tarea principal.

Apuntes personales de Carlos Hermoso

Abril y mayo de 2014